La creación de la capital nacional
2023
La creación de una ciudad es un desafío considerable, pero construir una desde cero implica riesgos aún mayores. Cuando se trata de erigir la capital de un país, la empresa se vuelve aún más insólita. Este es el caso de Washington DC, cuyo nacimiento está intrínsecamente ligado al de los propios Estados Unidos. Su creación fue un compromiso ineludible para consolidar la nación, para lo cual se tuvo que involucrar a un mínimo de nueve estados y varias de sus ciudades más importantes.
La historia comienza en Philadelphia, fundada en 1682 en base a un plan urbano clásico, con un centro, dos ejes, calles en cuadrícula y parques en el centro de cada cuadrante. Este diseño la convirtió en la segunda ciudad más grande del mundo hasta 1800, cuando Nueva York la superó en población.
Diez años antes, en 1790, George Washington, primer presidente de los Estados Unidos, eligió el sitio para la futura capital, Washington DC. Este lugar, un espacio cuadrado de 10 x 10 millas en la desembocadura del río Potomac, albergaba tres pequeños pueblos independientes con menos de 5.000 habitantes. El plan de Washington rompió con los esquemas conocidos al emplear diagonales para proporcionar máxima visibilidad a los dos principales edificios gubernamentales: el Capitolio y la Casa Blanca.
Philadelphia y Washington, distanciadas tan solo 200 km en línea recta, ejercían influencia política en direcciones opuestas. El relato del territorio entre ambas ciudades se entrelaza con la historia política, social y arquitectónica de la nación. Los ingenieros y arquitectos, como Benjamin Latrobe, dejaron su impronta en puentes, canales y edificaciones que definen el paisaje. La columna vertebral del territorio fue el ferrocarril, representado principalmente por la Pennsylvania Railroad Company y sus majestuosas estaciones, ejemplos del movimiento City Beautiful.
La historia de este territorio se despliega a través de la geografía y la arquitectura, donde lugares y edificios revelan episodios en los que se gestaron decisiones clave para la nación. Los recorridos entre estos espacios revelan una rica y compleja historia, como la finca de Thomas Jefferson en Monticello y la West Virginia University, creada por Jefferson como la primera universidad estatal.
En definitiva, este territorio, transformado por las sucesivas voluntades de 46 presidentes, lleva consigo la huella de cada líder y sus decisiones. La ubicación central de Washington DC en los ejes geográfico, cultural y temporal del país ha forjado una identidad única. No es solo una ciudad; es un paisaje metropolitano donde la ciudad se proyecta sobre el territorio, y se erige en el epicentro de la memoria colectiva y la narrativa presidencial, expresadas a través de construcciones, monumentos, memoriales y señales. Un paisaje conformado por un sistema de ciudades interconectadas por historias compartidas, carreteras y modos de transporte, que sirve como un testimonio tangible de la evolución de la nación.
El libro se estructura en cuatro capítulos, más dos dedicados a realizaciones y referencias. Tras la introducción del Capítulo 1, el Capítulo 2 aborda el origen y desarrollo de la Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos. La guerra y las negociaciones para la Constitución delinean la geografía política de los primeros trece estados, convirtiendo lugares como el Independence Hall en símbolos del proceso.
El Capítulo 3 se centra en el crecimiento de Philadelphia, que durante décadas fue la ciudad más poblada del mundo detrás de Londres. Una urbe cuya expansión estuvo marcada por la innovación en estructuras de madera, puentes y edificaciones, por el abastecimiento de agua desde el Schuylkill River a través de los Waterworks, y por una planificación ordenada.
En el Capítulo 4, el relato sobre Philadelphia conecta con el de la East Coast a través de la aparición de puentes sobre el Delaware River. Se explora la movilidad, destacando caminos, canales y puertos que moldearon el territorio. Y se destaca el papel de los canales de navegación fluvial, que marcaron el establecimiento y la evolución de las ciudades hacia el interior del continente.
El Capítulo 5 se adentra en Washington DC como capital nacional, cuya gestación se enfrentó a los recelos de otras ciudades y a los problemas en su planificación y construcción. El debate sobre la ubicación del distrito de Columbia y la contribución del francés Pierre L’Enfant son cruciales en esta narración. A pesar de las dificultades iniciales, la ciudad prosperó a partir de 1910 con mejoras en el proyecto original y con el impulso definitivo a sus monumentos y edificios públicos.
El libro ofrece una exploración detallada de la evolución de Philadelphia y Washington DC, revelando cómo estos dos lugares han influido de manera fundamental en la identidad y el desarrollo de los Estados Unidos de América.